No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que la popularidad de un artista en 2015 ya no se mide por la cantidad de discos que venda o por la cantidad de dĂ³lares que gane, sino por los millones de seguidores que tenga en su cuenta de Instagram. Ni siquiera en Twitter. Por: MarĂa Yuste/ PlayGround
Durante mucho tiempo, el tĂtulo de la persona con mĂ¡s usuarios enganchados a su feed fue para BeyoncĂ© con 44 millones de followers. Sin embargo, el chollo se le acabĂ³ a finales del mes de agosto cuando Kim Kardashian la adelantĂ³ con cien mil seguidores mĂ¡s.
Da igual, tampoco le ha durado mucho. Apenas han transcurrido unas semanas hasta que Taylor Swift las ha adelantado a las dos y se ha erigido con 45.700.000 seguidores como la Ăºnica persona en el mundo que podrĂa decir aquello que una vez se le atribuyĂ³ a John Lennon: “Soy mĂ¡s famosa que Jesucristo”.
No le va a durar para siempre pero, mientras tanto, ella es la mĂ¡s influyente, la que va a marcar tendencia. La que marcarĂ¡ a las generaciones venideras.
No hace tanto tiempo, Taylor Swift era una artista a la que no estaba bien visto escuchar a no ser que aĂºn fueras a la ESO. En los medios se publicaban artĂculos en los que se analizaban sus videoclips y las letras de sus canciones al detalle y en los que se concluĂa que Taylor Swift era una pesadilla para el feminismo.
Pero entonces llegĂ³ su disco Red y, a finales de 2012, artistas como Grimes o Best Coast, con pedigrĂ indie, hicieron pĂºblico que escuchaban a Swift como si hacerlo fuera algo cool que revalorizaba sus propias imĂ¡genes.
El hecho de que ahora haya conseguido ser la usuaria de Instagram con mĂ¡s seguidores confirma un cambio importante de paradigma en el modelo de estrella pop que mĂ¡s triunfa.
Desde finales de los años noventa y hasta BeyoncĂ©, las estrellas del pop femeninas que habĂan ostentado su puesto eran productos que explotaban su lado sexy por encima de su faceta musical. Sin embargo, con Taylor Swift cambiamos a una chica modosita que compone sus propias canciones y que, probablemente, nunca veamos ligera de ropa en la portada de una revista.
Fuente: La Patilla